jueves, 5 de abril de 2012

De la peste negra a la gripe española















El final de la Edad Media y la Edad Moderna fueron sometidas al azote de la peste negra. El siglo XVIII fue la ocasión de la epidemia de la viruela. En el XIX los estragos demográficos los ocasionó el cólera. 1918 es el año de la última gran pandemia con la extensión de la mal llamada gripe española.
“Cuando en primavera al cuco oyes cantar, vivirás un año más” Este es un refrán cierto si se refiere a los estragos de la gripe, pandemia que llegó a ser catastrófica cuando todavía no se había descubierto la penicilina (Fleming 1929). Verdaderamente la llegada del cuco supone el avance de la primavera y el paulatino abandono del frío persitente. El año 1918, en plena Iª Guerra Mundial, desde EEUU la gripe se extendió por Europa y por todo el mundo ocasionando grandes estragos. En Estella y merindad la muerte catastrófica afectó a todas las familias. Cuando una casa quedaba afectada se colocoba una silla en la puerta, así el médico ya sabía que allí había gripe y tenía que entrar. ¿Nos podemos hacer una idea de que una gran epidemia nos afectara en la actualidad y uno o dos miembros de cada familia perdieran la vida? Pues con todo, la epidemia de gripe del 18 que mató varios millones de personas en el mundo, no tiene nada que ver con la devastación que provocaron otras pandemias, a lo largo de la Historia.
Entre las mortandades más agresivas tenemos que situar a la peste negra que llegó a Navarra en el año 1348. Hasta entonces la población no había hecho más que crecer. Pero cuando una comunidad se hace más grande necesita más recursos y estos no es fácil que aumenten. Así es que unos años antes de entrar la peste, la hambruna golpeó todos los pueblos de Navarra. Entre una y otra, poblaciones enteras desaparecieron. Ya no hablamos de familias afectadas sino de localidades prósperas desaparecidas. Tenemos muchos casos de despoblados en la Merindad. Un caso síngular es el de Desiñana que aparece en la fotografía de Sergio Casi y que contó con una iglesia gótica de mucha calidad. Famosas son las pinturas macabras que representan la danza de la muerte, como las del castillo de Javier.
La peste llegó por las pulgas de las ratas venidas por rutas comerciales desde la India. Con una mayor higiene y mejor nutrición se pudo vencer a esta pandemia que desapareció en el siglo XVII. La enfermedad que la sucedió era menos catastrófica, la viruela. Las crisis del siglo XVIII son fundamentalmente de esta enfermedad. Descubierta la vacuna por Edward Jenner en 1796, que se fijó en la inmunidad de las ordeñadoras de vacas que adqurían una viruela debilitada que padecían las vacas, se consiguió erradicar tan calamitosa epidemia.
Siempre tiene que haber sucesora. En el siglo XIX campearon por Europa el cólera y el paludismo (malaria). El paludismo se fomentaba en las lagunas y por eso Napoleón ordenó desecar las Landas y plantar pinos. (Gran desastre ecológico). El cólera prosperaba los veranos por el consumo de aguas en mal estado. Lo único bueno del cólera ha sido la famosa novela de García Marquez, “El amor en los tiempos del cólera”. La llegada de las aguas hasta las ciudades (acueducto de Noain y la mayoría de las fuentes monumentales de nuestros pueblos) consiguió evitar que los veranos fueran temidos por la posible llegada del cólera.
Como vemos difícil vida la de nuestros antepasados siempre agradecidos por haber sobrevivido un invierno más o un nuevo verano.






Texto: Toño Ros



Fotografías: Sergio Casi

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