domingo, 4 de julio de 2010

Las granjas y los monasterios









Los monasterios de Iranzu, Irache y Roncesvalles articularon una red de granjas en la merindad de Estella que les permitía explotar económicamente ecosistemas complementarios situados unos de otros a gran distancia. De esta forma se benficiaban de los productos de la ribera y de la montaña, así como podían realizar las tareas de la trashumancia.

Conocemos bien la organización del monasterio de Irache para explotar su riqueza pecuaria, sobre todo la importante cabaña ovina que controlaba. Al ser Navarra un reino independiente administraba, dentro de sus fronteras, la trashumancia de los rebaños de ovejas. Así, los pobladores del Pirineo consiguieron privilegios para poder disfrutar en invierno de los pastos de las Bardenas Reales. Nuestras gentes de Tierra Estella, subían sus rebaños en verano a las sierras de Andía y Urbasa y pasaban los inviernos en la ribera del Ebro. Pues bien, Irache no era ajeno a estas prácticas y tenía sus propios pastos de verano en la granja o bustaliza de Zumbelz, en Andía, y sus pastos de invierno cerca del Ebro en la granja de Imaz, Mendavia. Una y otra granjas estaban unidas por una cañada real, que pasaba y sigue pasando por el monaterio de Irache.

El monasterio de Iranzu era también de gran importancia. En Tierra Estella, Iranzu seguía a Irache en intensidad de su actividad económica. Por eso, también Iranzu tenía que tener su sistema de cañadas que comunicasen los pastos de invierno y de verano, dentro de la propia merindad de Estella. Como Irache, el monasterio cisterciense de Iranzu se organizaba a través de granjas. Los pastos de invierno estaban en los alrededores de su importante granja de La Mongía, entre Torres del Río y Lazagurría. Como en la granja de Imaz, los monjes disponían de tierras de huerta, sotos, pastos para las ovejas, cereal, vino y aceite. Todavía hoy son muy visibles las ruinas del antiguo caserío palaciego. Más al norte, cerca de los pastos de verano, los monjes de Iranzu, controlaban la granja de Monjiliberri. Allí, cerca de Eraul, los monjes blancos, criaban bueyes, ovejas, cabras, cerdos y otros animales que pastaban en el bosque. Pero también era importante el control que hacían desde allí de los pastos situados en la sierra de Urbasa. Los términos de Lizarrate, Larraiza, Agadia, pero sobre todo los que conformaban los alrededores de dos pequeñas granjas de monte, San Pedro y Allide, permitían al convento mantener un importante rebaño ovino durante el verano en los frescos pastos de la montaña. De estas tres granjas se conservan las ruinas de las pequeñas iglesias, la casona de habitación de los monjes y las cuadras para los animales. San Pedro está situada encima de las Peñas de Azanza y Allide sobre el pueblo de Ibiricu. Además Iranzu mantenía una granja más situada en el centro del valle de Yerri. Era la granja de Alloz, sobre la que se construyó el actual convento de monjas.

El tercer importante monasterio que poseía granjas en Tierra Estella era Roncesvalles. Dada su necesidad de completar sus posesiones en la rica zona del Ebro, los monjes administraron a distancia la granja de la encomienda, que se componía de sotos, vides, cereal, huerta, olivos y cuadras para el ganado. Situada en Viana, todavía se pueden apreciar las ruinas de su iglesia y palacio, en las cercanías de la ermita de la virgen de Cuevas.

Hasta las desamortizaciones del siglo XIX estos tres monasterios eran propietarios de las tierras más productivas de la montaña y de la ribera de Estella. Después las tierras acabaron en manos de la alta burguesía local y de la aristocracia navarra, y los templos, palacios y cuadras se quedaron en el olvido y abandono formando ruinas que son todavía visibles. Excepto las ruinas de Zumbelz, que insólitamente, fueron arrasadas con nocturnidad por Príncipe de Viana.



Toño Ros Zuasti. rosza@wanadoo.es.