lunes, 9 de abril de 2012

Agramonteses y beaumonteses en Estella








A finales del siglo XV, en Estella, se sufrían las lastimosas consecuencias de la guerra civil entre los bandos de beaumonteses y agramonteses. Como en el resto de Navarra, Estella, se dividió en dos parcialidades. Pero evidentemente predominaban las familias y linajes que pertenecían a los agramonteses. La familia de los Baquedano que procedían de Améscoa, controlaban el castillo Mayor y sectores políticos y económicos de la ciudad. Tuvieron representantes en el ayuntamiento o controlaron importantes molinos, como el situado junto a la tintura, al lado de la judería nueva. También el monasterio de Irache estaba bajo el control de algunos, pertenecientes al linaje de los Baquedano. Entre otras importantes familias agramontesas que comenzaron a instalar sus palacios nobles en la ciudad, es de destacar la de los Mariscales de Navarra, Marqueses de Cortes, que lideraron durante mucho tiempo a esta facción. Se hicieron con la antigua lonja de comercio, llamada “Pórtico de San Martín” (actual Museo Gustavo de Maeztu) y la trasformaron, ampliando sus dependencias y convirtiéndola en uno de los palacios más importantes de la villa. Para la piedra de la ampliación, consiguieron las buenas piezas de sillería del Castillo Mayor, que iba a ser derribado, y de los elementos defensivos del Puente de San Martín. En este puente había una importante torre, llamada del “Populo”, que servía de puerta de entrada al burgo del Rey (San Juan). En el entorno más inmediato, la familia Vélaz de Medrano, era propietaria del palacio de Cabo de Armería de Igúzquiza. Esta familia se distinguió más tarde por la férrea defensa de la independencia de Navarra y por la lealtad a los reyes Catalina de Foix y Juan de Labrit. Una de las familias más importantes, era sin embargo, beaumontesa. Los Echávarri-Eguía con un pasado claramente agramontés, cambiaron de bando cuando fue asesinado, por Pierres de Peralta (agramontés), uno de sus miembros principales, el obispo Nicolás de Echávarri. Los Eguía construyeron sus palacios al estilo italiano en el burgo de San Miguel (actual biblioteca y la casa de enfrente) y cuentan con una importante capilla en la iglesia parroquial. Los Echávarri, aunque parece que pudieron proceder de la parroquia de San Miguel, tenían sus palacios en el Burgo Nuevo ( Santo sepulcro) o más tarde construyeron en la calle de La Rúa (palacio del Gobernador). Estas últimas familias lucharon a favor de las tropas castellanas de Fernando el Católico y tras el triunfo se hicieron con el poder político de la recién nombrada ciudad. Cerca de Estella, la principal fortaleza era la de Cábrega, que perteneció a la familia del Mariscal.
En la guerra de independencia de Navarra, unos y otros, lucharon en bandos contrarios y tuvo que pasar un siglo para que las diferencias entre las facciones fueran desapareciendo poco a poco.
Toño Ros Zuasti.

jueves, 5 de abril de 2012

De la peste negra a la gripe española















El final de la Edad Media y la Edad Moderna fueron sometidas al azote de la peste negra. El siglo XVIII fue la ocasión de la epidemia de la viruela. En el XIX los estragos demográficos los ocasionó el cólera. 1918 es el año de la última gran pandemia con la extensión de la mal llamada gripe española.
“Cuando en primavera al cuco oyes cantar, vivirás un año más” Este es un refrán cierto si se refiere a los estragos de la gripe, pandemia que llegó a ser catastrófica cuando todavía no se había descubierto la penicilina (Fleming 1929). Verdaderamente la llegada del cuco supone el avance de la primavera y el paulatino abandono del frío persitente. El año 1918, en plena Iª Guerra Mundial, desde EEUU la gripe se extendió por Europa y por todo el mundo ocasionando grandes estragos. En Estella y merindad la muerte catastrófica afectó a todas las familias. Cuando una casa quedaba afectada se colocoba una silla en la puerta, así el médico ya sabía que allí había gripe y tenía que entrar. ¿Nos podemos hacer una idea de que una gran epidemia nos afectara en la actualidad y uno o dos miembros de cada familia perdieran la vida? Pues con todo, la epidemia de gripe del 18 que mató varios millones de personas en el mundo, no tiene nada que ver con la devastación que provocaron otras pandemias, a lo largo de la Historia.
Entre las mortandades más agresivas tenemos que situar a la peste negra que llegó a Navarra en el año 1348. Hasta entonces la población no había hecho más que crecer. Pero cuando una comunidad se hace más grande necesita más recursos y estos no es fácil que aumenten. Así es que unos años antes de entrar la peste, la hambruna golpeó todos los pueblos de Navarra. Entre una y otra, poblaciones enteras desaparecieron. Ya no hablamos de familias afectadas sino de localidades prósperas desaparecidas. Tenemos muchos casos de despoblados en la Merindad. Un caso síngular es el de Desiñana que aparece en la fotografía de Sergio Casi y que contó con una iglesia gótica de mucha calidad. Famosas son las pinturas macabras que representan la danza de la muerte, como las del castillo de Javier.
La peste llegó por las pulgas de las ratas venidas por rutas comerciales desde la India. Con una mayor higiene y mejor nutrición se pudo vencer a esta pandemia que desapareció en el siglo XVII. La enfermedad que la sucedió era menos catastrófica, la viruela. Las crisis del siglo XVIII son fundamentalmente de esta enfermedad. Descubierta la vacuna por Edward Jenner en 1796, que se fijó en la inmunidad de las ordeñadoras de vacas que adqurían una viruela debilitada que padecían las vacas, se consiguió erradicar tan calamitosa epidemia.
Siempre tiene que haber sucesora. En el siglo XIX campearon por Europa el cólera y el paludismo (malaria). El paludismo se fomentaba en las lagunas y por eso Napoleón ordenó desecar las Landas y plantar pinos. (Gran desastre ecológico). El cólera prosperaba los veranos por el consumo de aguas en mal estado. Lo único bueno del cólera ha sido la famosa novela de García Marquez, “El amor en los tiempos del cólera”. La llegada de las aguas hasta las ciudades (acueducto de Noain y la mayoría de las fuentes monumentales de nuestros pueblos) consiguió evitar que los veranos fueran temidos por la posible llegada del cólera.
Como vemos difícil vida la de nuestros antepasados siempre agradecidos por haber sobrevivido un invierno más o un nuevo verano.






Texto: Toño Ros



Fotografías: Sergio Casi