sábado, 19 de febrero de 2011

Debate sobre la localización de la puerta de la Gallarda


Mi amigo Sergio comparte conmigo la afición por las murallas de Estella. Y especialmente le fascina la puerta de La Gallarda. En la foto me propone una localización distinta a la que pensábamos y con otras fotografías tratadas intenta razonar su propuesta.
Sergio dice que la fotografía de la torre de Lizarra está tomada del mismo lugar que la antigua que ya conocemos. Según Sergio "hay que tener en cuenta a la altura a la que está el paisano que mira la torre. Está a la altura del arranque de la torre y a la misma altura que el fotógrafo".





"Hay que fijarse sobre todo en la misma disposición de los vanos de la torre y fundamentalmente del adorno de ladrillos que tiene la linterna.El único sitio de donde se puede ver ese adorno es desde dónde te estoy diciendo. Es más, el suelo antiguamente debía esta metro o metro y medio más elevado de donde yo saqué la foto. Sostengo que la pata izquierda de la puerta ocupaba el centro de la calzada actual de entrada a los depósitos y la derecha en lo que hoy es el ribazo."


Con esta nueva fotografía, Sergio intenta montar la puerta de la fotografía antigua en la foto actual de la torre de Lizarra. Según Sergio este sería el emplazamiento adecuado.


Esta imagen nueva es un mapa del siglo XIX realizado por el que era arquitecto municipal de Estella, Anselmo Vicuña. En este mapa no existía el cuartel y sí la puerta de la Gallarda. El arquitecto la dibuja someramente.

viernes, 7 de enero de 2011

1512, el saqueo de Estella. Parte III


1512, el saqueo de Estella. Y Parte III

El castillo Mayor de Estella puede ser considerado como uno de los símbolos más importantes de la resistencia de Navarra en 1512, a la altura de la ciudad de Tudela, de la mítica lucha de Amaiur o del último capítulo heroico de la guerra de Navarra como fue el encierro en Hondarribia.

Como hemos contado en los dos artículos anteriores el castillo Mayor de Estella se mantuvo fiel al bando legitimista navarro hasta finales de octubre, siendo el único lugar de Navarra que pudo resistir tanto tiempo y de forma continuada.

Tras el exitoso ataque de las tropas hispano-beaumontesas, se da la orden de someter a la ciudad a un saqueo. Las casas de los legitimistas son asaltadas por los soldados que practican la rapiña habitual de unas fuerzas sin control. Pero hay un hecho que merece la pena destacar. En el botín de guerra oficial, constan los documentos del archivo municipal y con ellos los fueros y privilegios. Parece claro que la idea era amenazar a la ciudad con la pérdida jurídica y real de sus privilegios. El archivo se utilizó como un rehén más.

Reducida la ciudad tras duros combates, los soldados legitimistas retrocedieron desde el convento-fortaleza de Santo Domingo hasta los castillos de Zalatambor y Mayor. Ambos fueron sitiados y se instaló artillería que llegó desde Fuenterrabía. La situación se complicaba de día en día. Los cañones no dejaban de disparar y la artillería del castillo comenzó a quedarse sin municiones. En uno de estos intercambios de disparos cayó muerto por un proyectil el alcaide del castillo de Zalatambor, por lo que los pocos soldados de esta pequeña fortaleza se rindieron. Ya solo quedaba la resistencia del castillo Mayor, donde ondeaban la bandera de Navarra y el pendón de los Labrit.

La estrategia de los legitimistas era la de aguantar. El importante ejército del rey Juan de Labrit se había puesto en marcha y atravesando los Pirineos se dirigía a tomar Pamplona. Los mensajeros secretos llevaban las noticias y el ánimo para los del castillo Mayor. Pero las cosas se complicaban y la tarea parecía imposible. Un grupo del ejército navarro-bearnés-gascón realizó una operación de intento de distracción de las tropas hispano-beaumontesas que sitiaban el castillo. Pero la operación fue un fracaso, ya que fueron interceptados cerca de Puente la Reina.

Dadas las circunstancias se iniciaron las conversaciones en el convento de Santo Domingo. De mediador actuaba el abad de Iranzu. El señor de San Martín y Vélaz de Medrano eran los interlocutores por parte de los legitimistas. Algunos de los encerrados salieron por razones humanitarias, como el palaciano de Azcona, aunque su hijo, más joven se quedó.

El 30 de octubre de 1512 el castillo Mayor de Estella se rindió. Habían sido tres meses de pertinaz y heroica resistencia. Los legitimistas salieron con las banderas tendidas y según el acuerdo pactado pudieron dirigirse donde quiseran. El regimiento de soldados alaveses, en formación, les hizo los honores. Los más, con sus dirigentes fueron al castillo de Oro y desde allí se unieron a las tropas del rey Don Juan de Labrit que estaban acampadas junto a las murallas de Pamplona.
De esta forma terminaba uno de los capítulos de más honor y dignidad de los castillos de Estella y de sus gentes.

Toño Ros Zuasti. rosza@wanadoo.es.