En
el marco de las guerras sertorianas el poblado vascón de Altikogaña
fue conquistado y destruido. Los restos arqueológicos de las armas
utilizadas en la batalla se esconden entre las raíces del denso
encinar de Eraul.
Los vascones del siglo I a. c. se
posicionaron a favor de Roma durante la guerra civil sertoriana. Esta
decisión costó muy cara a la población de altikogaña situada en
una peña junto a la actual Eraul.
Y es que el militar y político
romano en rebeldía que tenía su sede en Huesca, Quinto Sertorio,
realizó una expedición de castigo a lo largo del Río Ebro. Así,
con su ejército, destruyó la ciudad berona de La Custodia, junto a
Viana. De allí, puede que subiera hacia el norte, ya que en esas
fechas fue arrasada la población de Altikogaña. Mi amigo el
arqueólogo Javier Armendáriz, nos cuenta que gracias a la
construcción de una pista forestal se pudo encontrar abundante
material de guerra romano, entre los que destacan decenas de glandes
de plomo (munición de las hondas), jabalinas, pilum (lanza típica
del ejército romano), puntas de lanza e incluso puntas de ballesta.
Sertorio lideraba a una parte de
la República Romana que luchaba contra la dictadura de Sila. Como él
ejercía de propretor de la Hispania Citerior (Noreste de Hispania)
había conseguido muchos apoyos entre los pueblos indígenas a los
que había favorecido. Junto con ellos se sublevó contra la
dictadura de Roma. Sin Embargo Roma también buscó alianzas entre
los pueblos hispanos y encontró una muy sólida en los vascones.
Ante los importantes éxitos de Sertorio, Roma envío a Pompeyo que
situó sus tropas cerca de Pamplona a la que dio el nombre latino.
Tras una traición Sertorio fue asesinado en Huesca y a partir de ahí
la derrota de su ejército fue inevitable.
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Fotografía de Sergio Casi |
Altikogaña era un poblado vascón
situado en lo más alto de la peña central de los montes de San
Fausto. Había permanecido allí durante unos mil años, en la época
de la Edad del Hierro. Controlaba un paso estratégico de acceso a
los valles de montaña de Allín y Améscoa. La altura era una aliada
defensiva, por un lado contaba con el pronunciado escarpe de la peña
y por el otro se protegía con una fuerte muralla de piedra, de la
que todavía quedan restos. De todas formas, el ataque, muy violento,
de Sertorio entre los años 76 y 73 a.c. fue devastador. Podemos
suponer que cientos de armas se lanzaron contra la ciudad y es
probable que fuera incendiada. Altikogaña quedó destruida y
posteriormente fue abandonada.
En la actualidad un denso y
apacible encinar oculta los gritos y estruendo de las armas y
soldados romanos y vascones que durante días se enfrentaron por la
política de la Roma Republicana.